viernes, 23 de enero de 2015

Poemas para el Recital

Estamos organizando un recital de poesías de amor para el día 25 de marzo. Toda la comunidad escolar del IES Sancti Petri podrá participar. Para ello deberás dirigirte a las profesoras de Lengua y comunicárselo. El primer paso será la elección del poema. Aquí os dejamos algunos por si os ayuda a decidir. También en Internet hay páginas sobre esto, por ejemplo la de  http://amediavoz.com/. Deberán ser poemas de autores consagrados.

En esta evaluación la Biblioteca se rinde ante la poesía. ¿Quieres ayudarnos a transmitirla?

Te quiero
 Luis Eduardo Aute

Te quiero,
así, de pronto,
así de tonto... pero
te quiero.

Te quiero,
así de claro,
así de raro...
pero te quiero.

Te quiero.
así de burdo,
así de absurdo... pero
te quiero.

Porque esta noche tristeza obliga,
más que a la amante,
quiero a la amiga.
Más que tu pan,
quiero tu miga.


¡Qué risueño contacto!
Jaime Sabines


¡Qué risueño contacto el de tus ojos,
ligeros como palomas asustadas a la orilla
del agua!
!Qué rápido contacto el de tus ojos
con mi mirada!

¿Quién eres tú? !Qué importa!
A pesar de ti misma,
hay en tus ojos una breve palabra
enigmática.
No quiero saberla. Me gustas
mirándome de lado, escondida, asustada.
Así puedo pensar que huyes de algo,
de mí o de ti, de nada,
de esas tentaciones que dicen que persiguen
a la mujer casada.


Soneto XXV
Pablo Neruda

Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.
Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.
Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,
todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.


Poema de la despedida
José Ángel Buesa


Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.


Farewell
Pablo Neruda

(...)
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
...Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.



Inventar la verdad
Xavier Villaurrutia

Pongo el oído atento al pecho,
como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
decir por qué será.

Si empezara a decirlo con fantasmas
de palabras y engaños al azar,
llegaría, temblando de sorpresa,
a inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
que te quería ya!

Desdén
Leopoldo Lugones

Si tan sólo una caricia
de tus ojos consiguiera,
precio digno de tal gloria
la vida me parecería.

Si con mortal puñalada
tu rencor me hiriese un día,
por padecer de tu mano
contento sucumbiría.

Pero lo que de seguro
va a darme muerte angustiada
es que para mí no seas
caricia ni puñalada.


Triolet
Manuel González Prada

Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Entre misterio y sonrojos,
algo me dicen tus ojos.

¿Vibran desdenes y enojos,
o hablan de amor y de fe?
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.


Apaisament
Manuel Magallanes


Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.
Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
  con
novedad de corazón.
Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
  por él la
luna de oro va.
Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
  Somos el
hombre  y la mujer.
Conscientes de ser nuestros nos miramos
en el sereno atardecer.
Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del amar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.


Si el hombre pudiera decir
Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama.
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta.
la única libertad porque muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

  
Te quiero a ti
Ray Girado

No me importa saber
que no he sido el primero
que tus labios besó
y te dijo que quiero.

No me importa saber
que ha habido ya otros
que pidieron tu amor
y lo tuvieron todo.

Te quiero a ti,
tan sólo a ti,
y al sabor de tus besos,
estés cerca o lejos.

No me importa saber
qué dirán de nosotros
si queremos vivir
nuestro amor como locos.

No me importa saber
qué hay escrito en tu vida,
de quién fuiste mujer
si hoy ya sé que eres mía.




Gacela del amor desesperado
Federico García Lorca


La noche no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.

  
Amor eterno
Gustavo Adolfo Bécquer


Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.


Por rincones de ayer
José Agustín Goytisolo


En lugares perdidos
contra toda esperanza
te buscaba.

En ciudades sin nombre
por rincones de ayer
te busqué.

En horas miserables
entre la sombra amarga
te buscaba.

Y cuando el desaliento
me pedía volver
te encontré.

  
Bésame mucho
Consuelo Velázquez


Bésame, bésame mucho,
como si fuera esta la noche
la última vez

Bésame, bésame mucho
que tengo miedo a perderte,
perderte después.

Quiero tenerte muy cerca,
mirarme en tus ojos,
verte junto a mí.
Piensa que, tal vez mañana,
yo ya estaré lejos,
muy lejos de aquí

Bésame, bésame mucho
como si fuera esta la noche
la última vez.

Bésame, bésame mucho
que tengo miedo a perderte,
perderte después.

Bésame, bésame mucho.


Perfecta
Luis Ramiro


Esas marquitas que hay en tus piernas,
que te acomplejan si vas sin medias,
son las estrellas de mi universo,
las que me guían cuando me pierdo,
las que me alumbran cuando navego.

Que gracias me haces cuando me cuentas
“Amor, mis tetas son tan pequeñas”,
y yo pregunto si es grande el viento,
y qué tamaño tiene el invierno,
qué coño importa si son perfectos…

Como la vida si voy contigo,

como la muerte si es a tu lado,
como tu boca tapando el frío,
perfecta como una madre besando a un hijo.

Eres perfecta y aun así no te das cuenta,
perfecta, perfecta, perfecta.
Eres perfecta como el sol, como la tierra
perfecta, perfecta, perfecta.

Esos dos brazos no te los tapes,
no seas tan tonta si tú ya sabes
que son las alas de mi esperanza,

mis dos caminos para ir a casa,
el contrapeso de mi balanza.

Con tu sonrisa yo enciendo el mundo,
miro tu culo y veo el futuro,
en esos ojos yo me hago el muerto,
en esos labios subo hasta el cielo,
tengo muy claro que son perfectos…

Como la vida si voy contigo,
como la muerte si es a tu lado,
como tu boca tapando el frío,
perfecta, como una madre besando a un hijo.


Ausencia
Jaume Prat


Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás,
las aves pueden volver al nido
pero las almas que se han querido
cuando se alejan no vuelven más.

No te lo dice la luz que expira,
sombra es la ausencia, desolación,
si tantos sueños fueron mentira
por qué te quejas cuando suspira
tan hondamente mi corazón.


La noche en la isla
Pablo Neruda

He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.


Tu risa
Pablo Neruda

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de tu vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los  cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.



Puede que hayas olvidado mi voz
Víctor Manuel Miñano

Puede que hayas olvidado mi voz,
el hueco de mi barbilla al reírme o la forma
de cogerte las manos debajo de un portal
mientras estaba lloviendo. Puede, y es muy probable,
que hayas olvidado el ruido que hacía mi ropa
al caer en el suelo, que no recuerdes ya la torpeza
cuando cruzaba la calle asustado y tú mirabas
desde tu ventana sonriendo. Yo sé que te has mudado
a un barrio donde el sol no se equivoca de hora,
donde las cortinas existen y nadie les prende fuego
o hace con ellas un avión que no vuela.

Ahora no sabes que estoy hablando de ti y por eso
no amaneces cargada de malos presagios. Cada día
que pasa tengo la sospecha de que es el último
que tengo para verte y en las aceras no aparecen las huellas
lentas de tus pies desnudos. Merezco tal vez este silencio
por haber sido un hombre solitario, por quedarme atrapado
entre las hojas de un libro con un título muy largo.

Puede que tenga que dejar de decirte que te quiero,
que tenga que arañar con los dientes la niebla que existe
ante mis ojos. Pero esta noche creo que sé que tú también
me buscas, que sales a la calle vestida para mí
con un poema que te hice. Ahora no sabes que estoy
hablando de ti y por eso agachas la cabeza y tiemblas
un poco antes de que intente abrazarte desde tan lejos
de que pueble tu soledad con un beso tirado a ciegas.


Si te olvido
Víctor Manuel Miñano

Si te olvido, si un día te vas poco a poco
diluyendo en la sombra, perdiendo los pájaros
de mis ramas, si tu rostro se confunde
con el rostro de la nada, si una mañana me levanto
y ya no estás, simplemente te has ido y ya no vuelves,
amor mío, y no recuerdo tu voz, qué tristeza.

Si acaso –no es posible- olvido que una vez me besaste
los labios, los aplomos y el miedo, dejaste para siempre
tu boca en mi lengua, tu caricia en mi abrazo, el futuro
tuyo en mi pasado. Digo, si olvido que ahora estoy
pensando en ti, en tu cálida brisa, que lloro un poco
todavía en la hora de la siesta, si olvido que te amo,
amor mío, si olvido que te estoy amando, qué muerte
tan poco habitable, qué apática costumbre en los recuerdos
me queda.

Sobra olvido hasta en algunos milagros
que hiciste siendo ayer o mañana, sobra olvido
en tu pelo, en tu garganta, en el libro que no quieres abrir
para olvidarme. Sobra olvido en las horas que paso
en silencio llamándote.

Si alguna vez te olvido, amor mío, si alguna vez
yo también me entrego al no recuerdo, claudico ante el asombro
de otra sonrisa inofensiva. Si alguna vez te amo
en otro nombre, déjame que construya, amor mío, mi vivienda
para siempre en una habitación de tu memoria.
                                                                     

El desamor
Paulino González


El amor es un viento
que igual viene que va.
Se muere
y al momento
vuelve a resucitar.

Si me enamoro algún día,
me desenamoraré,
para tener la alegría
de enamorarme otra vez.

Cuando más te quería
me dijiste que no
y el amor que tenía
se volvió desamor.

El amor es un juego
con su cara y su cruz.
Puede ser nieve y fuego,
puede ser sombra y luz

Ya no quiero tus besos.
Hoy me quieres tu a mí
Tú no llores por eso
que el cariño es así.



La niña rosa sentada
Antonio Machado

Su dedo, blanco velero,
desde las islas Canarias
iba a morir al mar Negro.
¡Cómo la miraba yo
morir, desde mi balcón!
La niña, rosa sentada.
Sobre su falda,
como una flor,
cerrado, un atlas.
Por el mar de la tarde
van las nubes llorando
rojas islas de sangre.


Te quiero
Luis Cernuda

Te quiero.
Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;
Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;
Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;
Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;
Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.



Nada
Alfonsina Storni


El día que te acerques
Vendrán mujeres muchas,
Vendrán morenas bellas
Y vendrán dulces rubias

A disputarte; y ellas
Harán, con donosura;
Tu elogio, por lograrte,
Sin acertar ninguna.

Y yo no tendré miedo
De morenas ni rubias
Pues cerraré los ojos
Y te diré- Soy tuya


RIMA XLI
Gustavo Adolfo Bécquer


Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o que abatirme...!
 ¡No pudo ser!
Tú eras el océano; y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén.
¡Tenías que romperte o que arrancarme...!
 ¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
 ¡No pudo ser!



Ausencia
Blanca de los Ríos


Ni vivir puedo en tu ausencia,
ni vivo cuando te veo,
ni es del mundo este deseo
que consume mi existencia.
Nieve soy en tu presencia
y volcán lejos de ti,
y es que tienes sobre mí
tal poder, que dudé al verte
si era el amor o la muerte
lo que en el alma sentí…

Los mejores ojos
César Conto

Ojos azules hay bellos,
hay ojos pardos que hechizan
y ojos negros que electrizan
con sus vívidos destellos.
Pero, fijándose en ellos,
se encuentra que, en conclusión,
los mejores ojos son,
por más que todos se alaben,
los que expresar mejor saben
lo que siente el corazón.
 

Si me llamaras
Pedro Salinas
¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Amo, amas
Rubén Darío
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos


Me he quedado sin pulso y sin aliento
Ángel González

Me he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón, de desaliento.


No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.


Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.


Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu ausencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.

Te quiero a las diez de la mañana
Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?



Como un explorador
Joaquín Sabina

Después de tanto tiempo al fin te has ido
y, en vez de lamentarme, he decidido
tomármelo con calma.
De par en par he abierto los balcones,
he sacudido el polvo a todos los rincones
de mi alma.

Me he dicho que la vida no es un valle
de lágrimas... y he salido a la calle
como un explorador.
He vuelto a tropezar con el pasado
y he decidido, en el bar de mis pecados,
otra copa de ron.

Y en otros ojos me olvidé de tu mirada
y en otros labios despisté a la madrugada
y en otro pelo
me curé del desconsuelo
que empapaba mi almohada.

Y en otros puertos he atracado mi velero
y en otros cuartos he colgado mi sombrero,
y una mañana
comprendí que aveces gana
el que pierde a una mujer.

Con el cartel de libre en la solapa
he vuelto a ser un guapo entre las guapas
chulapas de Madrid,
sólo me pongo triste cuando alguno,
en el momento más inoportuno,
me pregunta por ti.

Deseo
Pedro Guerra

Te seguiré hasta el final
te buscaré en todas partes
bajo la luz y las sombras
y en los dibujos del aire

Te seguiré hasta el final
te pediré de rodillas
que te desnudes amor
te mostraré mis heridas

Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre

Te seguiré hasta el final
entre los musgos del bosque
te pediré tantas veces
que hagamos nuestra la noche

Te seguiré hasta el final
con el tesón del acero
te buscaré por la lluvia
para mojarme en tu beso

Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada

Te seguiré hasta el final
por la ladera del viento
para rogarte, por Dios
que me hagas sitio en tus besos.


Es como un sueño
Los Brincos

Cuando te ví
mis ojos cerré.
Pensé...
¡es como un sueño!

Al despertar
sentí palpitar
en mí
bellos recuerdos.

Y comprendí
que te quiero.
y suspiré por tu amor.
Mi corazón,
y mi ilusión..
eso eres tú.


Soy muy feliz,
te oía decir,
así,
entre mis besos

Al despertar
sentí palpitar
en mí
bellos recuerdos de ti.



Olvidarte

Felipe Santos


Ya nada te importa ya nada es igual, y es que, aunque no te llame, yo sí quiero verte. No he podido yo sacarte de mi mente, yo no quiero perderte.
Mientras me castigo con la soledad, juegas a vestirte de felicidad.
Haré lo necesario para olvidarte, aunque me toque cambiar y no ser nunca más lo que fui. Ya no me importa, igual no volverá. Haré lo necesario para no pensarte, la vida pasa y tú igual y, aunque voy a llorar, poco a poco entenderé que nunca volverás.
Y es que lo que duele no es que te hayas ido, más que no tenerte me duele tu olvido. Yo te quiero.
Y no para volver, te quiero porque parte tuya me ha enseñado qué es amar y qué es crecer. Ya no siento más y con la mano en el corazón sé que hoy te vas y poco a poco entenderé que nunca volverás.



Decir adiós
Cecilia

Decir adiós, es mirar atrás
Volver la vista y ver que tú no estás.
Decir adiós, es romper, con parte de tu vida,
es perder las viejas alegrías
es guardar en un rincón
las memorias de una historia de amor.


Decir adiós, es quemar
esas cartas viejas,
es andar sin rumbo por las calles
es hablar con las paredes, con el aire
porque sin ti... no tengo a nadie



Decir adiós, es tener
Vivencias y amarguras
Es llorar en un rincón a oscuras
Es perder esas pequeñas manías
De nuestras noches y días


Si me quieres
Dulce Mª Loynaz

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz y sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!



SOBRE EL AMOR

Pablo de Jerica

Tener con una idea
la mente divertida;
sentir su alma oprimida
con un grato dolor;
mirar a cada instante
su amado bien presente...,
es eso cabalmente
lo que se llama amor.

Dejar triste su amiga;
volver gozoso a hablarle;
y no poder tocarla
sin un violento ardor.
Llamarla a todas horas
mi vida, mi embeleso...,
precisamente es eso
lo que se llama amor.

Hallar un bien cumplido
en un favor ligero;
tener por  un mal fiero
cualquier pequeño error,
reír, llorar y hallarse
temiendo y esperando...,
esto es vivir pasando
la enfermedad del amor.

Reñir y hacer las paces,
volver a reñir luego,
mas no encontrar sosiego
hasta querer mejor;
y hallar en tiernos lazos
el premio apetecido...,
esto es y siempre ha sido
lo que se llama amor.

CANTOS RODADOS
José Bergamín
Yo quiero lo que tú quieres.
Tú quieres lo que yo quiero.
Y ninguno de los dos
sabemos lo que queremos.
Tú eres todo y eres nada.
Todo, si tu voz se enciende.
Nada, si tu voz se apaga.
¿Qué importa que el corazón
pueda tener sus razones
cuando no tiene razón?
Tu querer era mi muerte.
No lo quise saber
por no dejar de quererte.
No es que tú me hayas dejado,
es que te has ido de un sueño
en el que yo me he quedado.
Todos morimos de amor,
queriéndolo o sin quererlo.
Morir no es perder la vida:
morir es perder el tiempo.


VICEVERSA

Mario Benedetti
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.


¡OH CUÁL TE ADORO!

Carolina Coronado


¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
tu nombre invoco, apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exaltada el alma mía.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se encuentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando mi amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;

tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.


ME GUSTA CUANDO CALLAS

Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


CUANDO TE NOMBRAN…

Gloria Fuertes


Cuando te nombran, me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverme loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
- siempre dice lo mismo- dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
- los jueces y los santos no van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.

      

SOBRE LA FALDA TENÍA

Gustavo Adolfo Bécquer

Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos ambos
hondo silencio.

¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo;
sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.

AUSENCIA

Manuel Machado


No tienes quien te bese
tus labios de grana,
Ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.

No tienes quien hunda
Las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.

Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas.
Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.

A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.

Cuando yo me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos negros….

LA FORMA DE QUERER TÚ

Pedro Salinas


La forma de querer tú      
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos      
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,      
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,      
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo      
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti      
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,      
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.


LA DESPEDIDA

Gerardo Diego
       
Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...
-Me vas a olvidar -dijiste-.
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... -Presente
has de estar siempre en mi alma.
              
-Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós... Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
...Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...
Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban las lágrimas.
              
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.

Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
...Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.

RIMA LIII

Gustavo Adolfo Bécquer

   Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
        jugando llamarán.
  Pero aquellas que el  vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
        ¡esas... no volverán!.
  Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
        sus flores se abrirán.
  Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
        ¡esas... no volverán!
  Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
        tal vez despertará.
  Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
        ¡así... no te querrán!

DE ALGUNA MANERA

Luis Eduardo Aute
De alguna manera
tendré que olvidarte,
por mucho que quiera
no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde
y nada más, apenas nada más.

Las noches te acercan
y enredas el aire,
mis labios se secan
e intento besarte.
¡Qué fría es la cera
de un beso de nadie!

Las horas de piedra
parecen cansarse,
y el tiempo se peina
con gesto de amante.
De alguna manera
tendré que olvidarte. 

POEMA XX
Pablo Neruda
      Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

      Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
      El viento de la noche gira en el cielo y canta.

       Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

       En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

       Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

       Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

       Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

       ¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

       Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

       Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

       La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

       Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

       De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

        Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

       Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

       Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.